Me estoy volviendo una persona odiosa. Soy
incapaz de ver a una pareja expresando su corrosivo amor, sin que desde mis
adentro nazca una extraña repulsión y un
sentimiento de odio puro sin destilar. Maldigo la felicidad y todo lo que
conlleva esta. ¿Será que la necesidad de amor se me ha vuelto un problema
psicológico? Y es que no hago si no escuchar a príncipes en borrador
prometiendo la compañía eterna a la princesa equivocada. ¿Dónde quedó mi obsesivo
macho alfa, con miedo de perderme? ¿El que mataría al dragón con tal de estar a
mi lado?
Pero sobretodo, ¿En qué momento se perdió
mi maldita promesa de nunca volver a enamorarme?