Que deprimente es estar desganado para enfrentarse al mundo. Que horrible es este perpetuo desasosiego dominical, que ya me ha invadido el estómago los 7 días de la semana. (Al menos, ahora con Youtube, no corro el riesgo de rayar mi melancólico soundtrack actual).
Pensé que como seres humanos, en verdad teníamos la capacidad de cambiar positivamente si lo deseábamos fervientemente. Pero aparentemente la actitud es más terca y primitiva de lo que imaginaba (y nada tienen que ver los años). Lo único que cambia es la apariencia y nuestras malas mañas por otras peores. Sepan que el orgullo, los prejuicios, y el sentimentalismo no maduran con la edad; si algo se agudizan las malditas.
Crecer es tropezarse, levantarse, tropezarse de nuevo, llorar, caerse del todo, no dormir bien, enterrarse, tratar de arrodillarse, y levantarse de alguna manera milagrosa, para poder seguir caminando. Crecer es estar consciente de que estamos realmente solos en la vida, para saber aprovechar esos buenos momentos en los que estamos acompañados por un ratico. Crecer es aprender a comunicarse con el mundo real, examen que no hago sigo reprobar y reprobar…
Así que Karma, esperaré con ansías mi dosis de balance positivo (con intereses a la tasa más alta del mercado).