lunes, 23 de abril de 2012

Juego de verbos.



Yo y mi maldita costumbre de darle el poder a otro de herirme. Para qué sirve crear barreras, si al final siempre terminas regalándole a los otros la capacidad de atravesarlas? Já. Pequeña ironía sentimental. Cuantas veces hasta que aprenda? Cuantas confianzas entregadas, hasta que al fin logré alguien llegar al botón rojo? Tenebroso juego de azar, ese de ir regalando secretos y vulnerabilidades.

Se agota uno de estar siempre analizando y re-analizando, si en aquella ocasión se tuvo la razón o no. De evaluar los niveles de orgullo. De comparar pasados. De retomar prejuicios genealógicos. De contar cuantas veces se cedió o fue está vez que el otro cedió? De jugar por turnos y perder la cuenta, sólo para retomarla.

Se aumentan los suspiros y las lágrimas. Se nivelan las miradas y las palabras. Escasean los abrazos y los besos. Y por último, se rompe la voluntad para volver a empezar.


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