Es hasta
cómico que me encuentre en un punto de mi vida dónde tengo que crecer y para
esta ocasión tan especial, mi mente haya decidido retroceder más o menos una década
de madurez y experiencia bien ganada.
Siempre juzgamos
a todos los demás, pero nunca nos atrevemos a llevar a la corte a quién nos
mira del otro lado del espejo. ¿Hasta qué punto somos “the better person”? ¿Por qué siempre guardamos nuestra mejor
versión para los otros, pero nunca para nosotros? Pero más importante aún, ¿de dónde sacamos la
desfachatez y el derecho de criticar y opinar sobre los comportamientos del
otro, cuando nosotros rara vez analizamos los propios?
No nos
digamos mentiras, siempre encontramos la justificación perfecta para esconder
nuestras acciones detrás de cualquier excusa “perfecta”, pero nunca le damos
esa opción a los demás cuando llega su turno. Se dice que nosotros mismos somos
nuestro más duro crítico, pero yo me opongo a esa teoría general e hipócrita.
Porque sólo lo somos cuando sabemos que nos conviene ser críticos con nosotros
mismo, cuando vemos cierta ganancia en el proceso, pero nunca cuando realmente tenemos
que serlo. Saber vivir bien, es saber asumir responsabilidades y actuar a la altura de estas. Lástima que suene tan bonito en letras, pero no lo sea tanto a la hora de aplicarlo al ejercicio real. Palabras como “estrés” y “escepticismo laboral” empiezan a aparecer en nuestro vocabulario. Comenzamos a entender la “imposibilidad de los cielos” y la inmensidad de la existencia como tal.
¿Hasta qué
punto es válido tirar la toalla? Hasta qué punto podemos decir que nos
rendimos, que no queremos más de “esto”, y simplemente salir corriendo a buscar
un útero cualquiera para poder escondernos del mundo real…. ?En mi caso, siempre ha habido algo de autodestrucción-Sedgwickeano que no ha hecho sino acrecentarse con mi padecimiento de adultez. Mi refugio, mi útero facilista y mi “excusa perfecta” cuando tengo que confrontarme a situaciones que me apetecen difíciles e inmanejables. Por lo menos he aprendido que ni la vida misma te va a responder qué tanto valés, si no sos capaz de valerte por ti mismo. Aun así, seguiré preguntándome hasta qué punto valgo la pena, esperándo al respuesta en las acciones de los otros hacía mi. Ja.
La ironía, querido lector,
es que a pesar de tener un trabajo respetable, un título profesional y tener
ese respeto mudo que se denomina como “valerse por sí misma”, mis sobrinos de 4
y 6 años son infinitamente más maduros que yo.
Ahora sí
pregúnteme, hasta qué punto soy “the better
person”?
Rene Magritte
No hay comentarios:
Publicar un comentario