miércoles, 13 de junio de 2012

Una noche cualquiera


Había una noche normal, sin nada en especial que la diferenciara de las demás. El mismo azul rey oscuro en el cielo, cubriendo el mismo paisaje terrenal de siempre. Habían algunas pocas nubes, una luna iluminada y una que otra Venus en el horizonte. Pero nada extraordinario que comentar acerca de esta noche. No era aburrida, pero tampoco era muy animada. Era más bien tranquila, relajante, suspirante... y probablemente cansada. Tenía cierto aire de sabiduría, esto debido a las largas e infinitas horas de vigilia mientras comenzaba su reinado. No hay que analizar por mucho tiempo a la humanidad para tener una acertada teoría sobre su naturaleza. Tanto tiempo esperando, con calmada paciencia, su momento de vislumbrar ese extraño mundo del que mucho se susurraba. Pero nunca nadie le habló de los colores que su luna le iluminaba, o de los pequeñísimos sonidos de seres creídos dormidos, o del movimiento de un mar noctambulo. Nadie le había advertido que había más humanidad en el canto de una cigarra, que en la propia raza humana.


Y así como se alzó de desprevenida, su reinado cesó de existir en sumo silencio al llegar el alba. 


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