La última partida
Después de perder otra vez esa dignidad regenerada,
después de perfumarse inútilmente y mostrar sutilmente los atributos de una femme fatale inexistente, vuelvo a
perder en el mismo juego de siempre.
Y sólo queda, aferrarse a la poca dignidad
que queda, con el mentón alto y un par de gafas oscuras, para retirarse de la
partida en donde ya no te desean.
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