martes, 16 de agosto de 2016

La insoportable fragilidad del ser

Siempre me he preguntado, ¿cuál es el punto de tener sentimientos, fuera de hacernos más frágiles? ¿Qué finalidad tienen estos, si igual hay más violencia, maldad y discriminación que compasión y tolerancia en el mundo? Nos duele equivocarnos, y es irónico, ya que somos seres que erramos por naturaleza. Lo tenemos en tatuado en nuestro ADN, pero igual nos duele, y nos sigue doliendo; cada error, cada equivocación, cada remordimiento. 

Pero eso no importa, nada importa porque seguimos entregándoles nuestra esencia y corazón a completos extraños, esperando que nos quieran y entiendan por los siglos de los siglos, como si con sólo compartir sueños y besos bastará.  Si tan sólo bastara…

Los sentimientos nos ciegan y nos enredan, y nos hacen pensar que encontramos el cómplice perfecto, que nos volvemos parte de esa sociedad secreta de la felicidad que comparten sólo algunos pocos. Pero cada vez se vuelve más una fantasía, en otro guion cliché de Hollywood. 

Otra vez me miro al espejo, tratando de buscar una respuesta, algo que calme este enmarañamiento de sentimientos encontrados y salvajes que a duras penas me dejan respirar. Y otra vez ando buscando entre los escombros un poco de esa dignidad resquebrajada, esa que hace tanto tiempo perdí y no he podido recuperar, mientras me pregunto cuándo será mi turno de encontrar mi propia felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario