martes, 27 de septiembre de 2016

Esta es mi carta de despedida


Lo más duro de dejar ir, es aliviar el propio ego. Al final, todo se trata de nosotros mismos (no nos mintamos). Entender que fuiste tú la persona que se equivocó al idealizar una relación (amorosa, familiar, amigable, laboral la que quieras) y aprender a dejar ir y no arrodillar la propia dignidad. Reconocer que también nos equivocamos al tratar de hacer que funcionen mezclas que no tienen por qué hacerlo. Y no, no es echarle la culpa al otro; es entender que las personas pasan por nuestras vidas para un propósito, y la gran mayoría al cumplirlo, debe salir de nuestras vidas para que nosotros podamos crecer y aprender. Nos duele reconocer que nos equivocamos, que por más “perfecta” que se viera externamente esa decisión que tomamos, en el interior sabemos que no funcionó porque tal vez no debía funcionar. 

Así que desde hace 3 días decidí dejarte ir de mi vida, para poder seguir con la mía. Seguirá doliéndome por un tiempo, pero me rehusó a no aprender de la lección tan maravillosa que me ha dejado esta experiencia. Espero de todo corazón que seas feliz, pero que lo seas lejos de mí. Borraré todos nuestros recuerdos de mi mente y de mi piel, no por rencor, sino porque es la única manera de realmente dejarte ir y de sanarnos los dos. Dejaré quemar las palabras que me faltaron decirte escritas en mil trocitos de papel, hasta que ya no tenga nada más que decirte. Purgaré toda la ira y rencor que quedaron acumulados en mis entrañas. Limpiaré mi cuarto y memoria de tus vestigios. Y terminaré de aprender tu última lección silencios…

This is me letting you go. Porque así como somos de egoístas con lo demás, también debemos hacerlo con nosotros mismos para no volver del dolor un mal permanente en nuestras almas. Adiós.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Another sad, love song.

Como es de difícil entender el hecho de que ya no haces parte de la vida de alguien, que tu puesto lo rezagaron a la fila del olvido. Y mientras tanto, nos quedamos con las malditas incógnitas que quedaron flotando inertes en el aire, esos que nunca serán resueltos para satisfacción nuestra. Tantas preguntas sin resolver, tantas conversaciones puestas en replay, y tantos momentos grabados con filtros de instagram enloquecen. Y están además, las interminables listas de PROs y CONTRAS, las cartas que nunca serán entregadas y las palabras que no alcanzaron a ser pronunciadas (porque en este punto, ya estoy haciendo todo lo que me recomiendan).

Y hay días más llevaderos que otros.

A veces, me sorprende la noche tranquila, con una rara racionalidad y madurez que desconozco. Otras en cambio, amanezco con los estragos de las lágrimas en mi rostro. Sé que no hay fórmula mágica ni atajo para olvidar…pero no saben cuánto daría porque me secuestraran los sentimientos y los dejarán morir de sed.

Eso de escoger entre males no es lo mío. Al final no sé qué duele más; si dejarse el pegote de los recuerdos en la piel o quitarlo a punta de estropajo.

martes, 23 de agosto de 2016

Something in your smile was so inviting, hasta que dejó de serlo.

Todavía me sorprende lo “fácil” que es pasar de cómplices a completos extraños. Uno cree conocer a las personas, hasta que se da cuenta que no, que hay un punto de quiebre en el que te das cuenta o que nunca conociste a una persona o que esa persona cambio irremediablemente o fuiste tú la que cambio. Es verdad que todos cambiamos y llega un punto que dejamos de reconocernos los unos a los otros. Por eso me sorprende mi seguridad sobre nosotros, pero cuando me di cuenta ya estabas parado en el otro lado del mundo. Hace mucho que tu palabra “strangers” dejó de ser romántica, Sinatra. Ya somos más que extraños en la noche; somos unos desconocidos más del montón.

Nunca es fácil aceptar cuando te dejan de querer. Siempre anda uno buscando una respuesta concreta, un por qué específico, un momento exacto. Pero rara vez es una cosa, no, es la suma de vivencias y decepciones, es el dejar de conocernos y no querer reconocernos. Las prioridades cambian, los intereses cambia, las miradas cambian… Y esas son las que te calan. Las que te hacen buscar culpables y crear tu defensa ante la corte de la conciencia. Lo peor son las objeciones y los razonamientos del jurado. Nunca vamos a oír lo que queremos, porque al final, no importa desde dónde se miré, hemos perdido de una u otra manera el caso. Y el cerebro es el peor de los carceleros.

Que cliché soy, relatando otra decepción más. Las relaciones humanas no hacen sino destrozarme el alma, y a mí se me sigue olvidando que en esencia, somos seres egoístas tratando de imponernos sobre los demás.

miércoles, 17 de agosto de 2016

C'est fini

Hoy fue, oficialmente tal vez, el día en que me enfrenté a la realidad de los devastadores hechos: “C’est fini, fini, fini.”

Ya perdí la cuenta de las lágrimas derramadas. Ya voy no sé cuántas horas tratando de engañar mi cerebro y traicionar mi corazón. Ya me armé de coraje para relatar en voz alta mi versión de  los hechos, buscando desesperadamente cualquier signo de aceptación o confirmación en mi interlocutor. Ya voy checkeando los mismos bienintencionados consejos de mi lista (los mismo que alguna vez yo también di en mis mejores momentos),  pero que tercamente me cuestan tanto seguir ahora. Ya voy olvidando el sonido de tu risa y de tu voz. Y he tratado también, de borrar en vano tú nombre de mis labios, y nublar toda memoria de tu tacto de mi piel, pero tu recuerdo aún me persigue hasta bien entrada la noche. Ya he comenzado por enésima vez, el ciclo vicioso de amarte y odiarte con cada recuerdo que me viene en la mente. Ya me he perdonado y te he perdonado por milésima vez. Y ya te he culpado y me he culpado por centésima vez. 

Y puedo seguir todo el día escribiendo sobre lo que hecho y no hecho, y seguir intentado engañar mis pensamientos y adormecer una vez más mi corazón. De razonar otra vez mis sentimientos, y hacer recuentos inútiles de aquellos últimos instantes. De buscar las otras millones de razones para levantarme de la cama y sonreír una vez más.

Que doloroso es darlo todo y quedarse al final sólo con un montón de “y sís…” infinitos, entre otras dudas e inquietudes. Y necesito escribirlo todo.

martes, 16 de agosto de 2016

La insoportable fragilidad del ser

Siempre me he preguntado, ¿cuál es el punto de tener sentimientos, fuera de hacernos más frágiles? ¿Qué finalidad tienen estos, si igual hay más violencia, maldad y discriminación que compasión y tolerancia en el mundo? Nos duele equivocarnos, y es irónico, ya que somos seres que erramos por naturaleza. Lo tenemos en tatuado en nuestro ADN, pero igual nos duele, y nos sigue doliendo; cada error, cada equivocación, cada remordimiento. 

Pero eso no importa, nada importa porque seguimos entregándoles nuestra esencia y corazón a completos extraños, esperando que nos quieran y entiendan por los siglos de los siglos, como si con sólo compartir sueños y besos bastará.  Si tan sólo bastara…

Los sentimientos nos ciegan y nos enredan, y nos hacen pensar que encontramos el cómplice perfecto, que nos volvemos parte de esa sociedad secreta de la felicidad que comparten sólo algunos pocos. Pero cada vez se vuelve más una fantasía, en otro guion cliché de Hollywood. 

Otra vez me miro al espejo, tratando de buscar una respuesta, algo que calme este enmarañamiento de sentimientos encontrados y salvajes que a duras penas me dejan respirar. Y otra vez ando buscando entre los escombros un poco de esa dignidad resquebrajada, esa que hace tanto tiempo perdí y no he podido recuperar, mientras me pregunto cuándo será mi turno de encontrar mi propia felicidad.

martes, 17 de mayo de 2016

Warning! Entrada deprimente, para almas deprimentes

Estoy convencida de que el Karma me está debiendo un balance positivo; con creces. O tal vez estaré pagando los intereses de algún otro Karma negativo, de alguna persona a la que le habré hecho algún mal, alguna vez. No sé. Probablemente habré lastimado a aquella persona (que está disfrutando de su justa venganza) sin siquiera darme cuenta, conociendo mis <<elevadas>> elevadas.  ¿Será que la sin intención golpea más fuerte? ¿O a cuántas personas habré lastimado en el transcurso de mi corta vida, que se me juntaron todas al mismo tiempo y a la vez? 


Que deprimente es estar desganado para enfrentarse al mundo. Que horrible es este perpetuo desasosiego dominical, que ya me ha invadido el estómago los 7 días de la semana. (Al menos, ahora con Youtube, no corro el riesgo de rayar mi melancólico soundtrack actual).


Pensé que como seres humanos, en verdad teníamos la capacidad de cambiar positivamente si lo deseábamos fervientemente. Pero aparentemente la actitud es más terca y primitiva de lo que imaginaba (y nada tienen que ver los años). Lo único que cambia es la apariencia y nuestras malas mañas por otras peores.  Sepan que el orgullo, los prejuicios, y el sentimentalismo no maduran con la edad; si algo se agudizan las malditas. 


Crecer es tropezarse, levantarse, tropezarse de nuevo, llorar, caerse del todo, no dormir bien,  enterrarse, tratar de arrodillarse, y levantarse de alguna manera milagrosa, para poder seguir caminando.  Crecer es estar consciente de que estamos realmente solos en la vida, para saber aprovechar esos buenos momentos en los que estamos acompañados por un ratico. Crecer es aprender a comunicarse con el mundo real, examen que no hago sigo reprobar y reprobar… 

Así que Karma, esperaré con ansías mi dosis de balance positivo (con intereses a la tasa más alta del mercado).

martes, 26 de enero de 2016

Teoría de la Comodidad

verdad

Del lat. verĭtas, -ātis.

1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente.

2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.

3. f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna.

 

Creo que ya logro entender un poco más la naturaleza mitómana del ser humano y esa insistente obsesión por <<tener>> siempre la verdad. No nos mintamos desde ya, todos queremos ser ¡poseedores de la verdad absoluta! Esa que más nos convenga claro, la que nos libere de las responsabilidades y nos otorgue el título de la razón, para darle tranquilidad a nuestra conciencia. Buscamos que la realidad <<oficial>> se nos acomode a nuestra situación, por eso el ser humano no se mosquea en modificarla en aras de que esto suceda. Y es que somos seres imaginativos desde el concebimiento mismo de nuestra existencia. Creamos mil realidades/fantasías desde que empezamos a tener conciencia (aunque yo me atrevería a sugerir que incluso desde antes), y a medida que vamos creciendo alternamos y cambiamos estas realidades según nuestra conveniencia. Ser mentirosos en mayor o menor medida, no está ligado ni a la madurez ni a los años de vida, pues somos mitómanos tercos hasta el último de nuestros días (aunque sigamos negando que es en efecto el último de nuestros días hasta que llega ese instante inevitable que lo contradice todo). No, esta está ligada a nuestra necesidad de callar en mayor o en menor medida, nuestra conciencia.


Las verdades que creamos y apropiamos como realidad de nuestra situación, nos ofrecen la comodidad de pensar que hicimos lo correcto, que nuestro comportamiento era el correcto y que la razón es nuestra por derecho. Nos volvemos autoritarios de la verdad. No en vano, la RAE define la <<verdad>> como conformidad de lo que se dice con lo que se sienteantes de describirla como la propiedad de una cosa (¿idea? ¿Pensamiento?) de mantenerse siempre estática, inmutable. ¿No les parece sencillamente hermoso? Nos entenderíamos mejor, si hiciéramos caso a lo que el diccionario nos describe sobre los conceptos que creemos absolutos. Al final, nosotros nos encargamos de que tan inmutables se vuelvan nuestras verdades, somníferos adictivos para adormecer nuestra mente en las noches cuando estamos solos.

¡Y esta es la verdad de la realidad, he dicho!